19 Vio David que sus servidores cuchicheaban entre sí y comprendió
David que el niño había muerto y dijo David a sus servidores: «¿Es que ha
muerto el niño?» Le respondieron: «Ha muerto.»
20 David se levantó del suelo, se lavó, se ungió y se cambió de
vestidos. Fue luego a la casa de Yahveh y se postró. Se volvió a su casa,
pidió que le trajesen de comer y comió.
21 Sus servidores le dijeron: «¿Qué es lo que haces? Cuando el niño
aún vivía ayunabas y llorabas, y ahora que ha muerto te levantas y comes.»
22 Respondió: «Mientras el niño vivía ayuné y lloré, pues me decía:
¿Quién sabe si Yahveh tendrá compasión de mí y el niño vivirá?
23 Pero ahora que ha muerto, ¿por qué he de ayunar? ¿Podré hacer
que vuelva? Yo iré donde él, pero él no volverá a mí.»
24 David consoló a Betsabé su mujer, fue donde ella y se acostó con
ella; dio ella a luz un hijo y se llamó Salomón; Yahveh le amó,
25 y envió al profeta Natán que le llamó Yedidías, por lo que había
dicho Yahveh.
26 Joab atacó a Rabbá de los ammonitas y conquistó la ciudad real.
27 Y envió Joab mensajeros a David para decirle: «He atacado a
Rabbá y me he apoderado también de la ciudad real.
28 Ahora, pues, reúne el resto del ejército, acampa contra la ciudad y
tómala, para que no sea yo quien la conquiste y no le dé mi nombre.»
29 Reunió David todo el ejército y partió para Rabbá, la atacó y la
conquistó.
30 Tomó de la cabeza de Milkom la corona, que pesaba un talento de
oro; tenía ésta engarzada una piedra preciosa que fue puesta en la cabeza de
David; y se llevó un enorme botín de la ciudad.
31 A la gente que había en ella la hizo salir y la puso a trabajar en las
sierras, en los trillos de dientes de hierro, en las hachas de
hierro y los
empleó en los hornos de ladrillo. Lo mismo hizo con todas la ciudades de
los ammonitas. Luego David regresó con todo el ejército a Jerusalén.